sábado, 19 de marzo de 2011

Estudiantes Sicarios

El día de hoy se cumple un año de la muerte de dos estudiantes del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, Jorge Antonio Mercado y Javier Francisco Arredondo, de 23 y 24 años, la madrugada del 18 de marzo de 2010. Al respecto, el Rector de aquella Institución ha declarado algo que nos parece trascendental: "Mucha gente interpreta que nuestra exigencia por saber la verdad, equivale a tomar una posición en contra de las instituciones de nuestro país y de los líderes que la dirigen" [...] sin embargo, uno de los grandes retos que tiene nuestro país es la credibilidad de sus instituciones, y que si esas instituciones ocultan la verdad van perdiendo confianza, pero que si se cuestionan y se logra sacar la verdad se está "contribuyendo a su solidez". Invitando posteriormente a los estudiantes a hacer la busqueda de la verdad el eje de sus vidas.


Se cumple un año de opacidad, de falta de transparencia, de incapacidad gubernamental, de oprobio hacia la comunidad estudiantil de Nuevo León y del país entero. El triste panorama de nula investigación y transparencia al proceso en contra de los responsables permanece todavía, estos son los momentos en que uno realmente se pregunta cuanto vale la dignidad de la persona en este país para una autoridad pública. A quien se atreva a sostener que no merece la pena dilucidar el asunto y transparentar las investigaciones, lo invitamos a conocer a fondo el caso, ya que todo apunta a una corrupción institucional de todos los niveles, por las siguientes razones.


- Se han ocultado pruebas y se han desaparecido datos de la propia investigación.

- Aún no se sabe sobre el momento, lugar y forma en que murieron los estudiantes.

- Persiste aún la duda sobre la desaparición de sus identificaciones, bajo el intento por hacerlos pasar como sicarios. Al respecto, léanse las declaraciones públicas realizadas por el Procurador de Justicia de la entidad, Alejandro Garza y Garza.

- La declaración de la madre Elvia Mercado Alonso, quien considera que su hijo, Jorge Antonio, podría haber sido torturado, ya que durante el funeral de éste, la señora declaró que el rostro de su hijo "tenía facciones muy exquisitas', pero que en la identificación del cuerpo, se le mostró una cara tan amoratada que parecía que lo habían arrastrado y que 'nisiquiera con el maquillaje de la funeraria se parecía".

- Existen huecos en la investigación de cuatro a cinco horas, principalmente a partir de las 12:30 de la noche de ese día, nadie ha explicado que ocurrió con los cuerpos: si fueron removidos, o si los jóvenes permanecían con vida y luego fueron acribillados.

- El video proporcionado por el ITESM al Ejército Mexicano no se ha exhibido públicamente.


Reiteramos nuestras declaraciones realizadas meses atrás. El problema de fondo es que en "la guerra" todo se vale y existen "enemigos", los enemigos del Estado, "los malos" de la película". La eterna película mexicana de blancos y negros, una triste novela que hemos visto muchas ocasiones en la historia de este país. Los actores políticos son especialistas en crear paranoia, pero más para ocultar la verdad y rendir culto a la simulación y la apariencia. Y es que, ¿pedimos mucho al Estado al exigirle transparencia en las investigaciones? ¿Exigimos demasiado al pedirle que acepte sus posibles errores y haga públicas las investigaciones? En cualquier país que se presuma democrático esto ya hubiera arrojado responsables y hubieran caído las cabezas de los servidores públicos irresponsables que hicieron declaraciones y que no han hecho públicas las investigaciones.


Reitero, esto no es una guerra, somos ciudadanos los que respiramos día a día el clima de opacidad en la que se mueve la administración pública en conjunto con todos los Poderes, al ser cómplice de esas apariencias y ninguneo hacia las personas. El reconocimiento de los problemas ha sido una de nuestras incapacidades para afrontarlos. El no aceptar que tenemos grupos beligerantes como lo hace el derecho internacional es parte del juego político retórico. El no admitir legislación alguna para jugar reglas mínimas del juego nos convierte en cómplices de ver esto como normal y entrar al juego del más fuerte. Nuestra rabia hacia lo que vemos y percibimos de forma inmediata nos ha cegado por completo. El secuestro, la extorsión, los homicidios, el terrorismo, como solemos llamarlos, son algunas de las figuras institucionalizadas que nos hacen legitimar nuestras acciones y dichos. Pensamos de manera inmediata que aquellos criminales no tienen dignidad y se les debe despojar de la misma. Y este es uno de nuestros problemas, el no hablar de frente y nombrar a las cosas por su nombre. El reconocimiento de figuras como: "estado de excepción", "estado de emergencia", "estado de sitio", "suspensión de garantías", "uso de la fuerza", "proporcionalidad", nos asustan y nos convierten en personas irresponsables, incapaces de asumir los problemas como tales y culpando a todos los actores políticos. De nosotros depende reconocer un problema y formularlo como se debe. Pero empecemos con lo primero, reconocer el problema y plantearlo adecuadamente, para ello, asumamos la responsabilidad de sincerarnos con nosotros mismos y tener un debate sin tapujos sobre la situación económica, política y social del país, así como cada uno de los factores que nos ha traído hasta el panorama que nos ha tocado vivir.